Gran Torino, de Clint Eastwood.
Ficha técnica.
Título original: Gran Torino
Año: 2008
País: USA
Duración: 116 min.
Director: Clint Eastwood
Reparto: Clint Eastwood, Cory Hardrict, Geraldine
Hughes, Brian Haley
Guión:
Nick Schenk
Música:
Kyle Eastwood, Michel Stevens
Producción:
Client Eastwood, Bill Gerber, Robert Lorenz
Montaje:
Gary Roach, Joel Cox
Productora: Warner Bros/ Malpaso Productions/ Village
Roadshow Pictures/ Double Nickel Entertainment
Vieja
madera del este.
Este
nuevo trabajo de Clint Eastwood vuelve a sorprendernos como director, aunque
también realice el papel protagonista tal y como hizo en Million dollar baby y otras producciones de su ya conocida Malpaso
Productions. El enorme resultado de esta película tiene mucho que ver con la experiencia
que ya tiene Eastwood como director y, por supuesto, como actor. En esta
ocasión nos deleita con una crítica social de su Norteamérica natal y los
valores que hay en ella hoy día, de la multiculturalidad existente y los
problemas que esta acarrea en la población.
Se
puede decir que Eastwood es hoy una leyenda viva, desde que debutara en la
industria en los años 50 hasta hoy mucho celuloide ha rodado. Desde su gloria
alcanzada con el misterioso cowboy de La
trilogía del dólar de Sergio Leone, pasando por Harry el sucio, hasta cambiar las pistolas por los pañuelos de
lágrimas en Los puentes de Madison.
Esa
es la parte de la historia de Clint delante de la cámara, sin embargo tras ella
también ha cosechado numerosos éxitos como pueden ser Sin perdón, Mystic River o Invictus.
Además de sus trabajos anteriores a este Gran Torino, el dúo histórico sobre
la guerra de Iwo Jima visto desde ambos bandos, Cartas desde Iwo Jima Cartas desde Iwo Jima y Banderas de nuestros padres. Por todas ellas ha conseguido
numerosos premios Oscar y Globos de Oro, se puede decir que tiene donde quitar
el polvo de sus estanterías.
Entre
rollitos de primavera y morenos.
Walt
Kowalski es un viejo veterano de la guerra de Corea, que ha trabajado toda su
vida en la fábrica de Ford y que ha perdido recientemente a la única persona
que lo comprendía, su mujer. Anclado en una época pasada y gruñón como el que
más, le cuesta adaptarse a las novedades de la sociedad en la que sin querer se
ve inmerso. Su “mala leche” presta especial atención sobre los inmigrantes asiáticos
que se instalan en su barrio, aunque poco a poco va viendo que tiene mucho más
en común con estos que con su propia familia, a la que no puede ni ver. Los
problemas comienzan cuando una banda callejera de asiáticos amenaza el
bienestar de su familia vecina.
Este
film tiene una maraña de mensajes que solo Eastwood podría juntar en una sola
cinta. Desde el racismo, hasta la muerte y la soledad, pasando por los
distintos valores generacionales. El que parece ser el principal tema es el
racismo, sin embargo el afamado director no entra de lleno en el tema. Es
decir, se centra más en el choque multicultural de la sociedad norteamericana
que en el racismo en sí. Está claro el odio que tiene el personaje principal
hacia los asiáticos y los de color, pero todo se queda en insultos graciosos
sin más, en estereotipos que parece usar más para su diversión que para tildar
a los demás. Esto se ve claro cuando conoce mejor a la familia de etnia hmong
que vive junto a su casa, ya que cuando gozan de su plena confianza y les coge
aprecio, este sigue utilizando esos insultos estereotipados y simpáticos para
él (y para el espectador).
Quizás esa sea la forma de ser de muchos
norteamericanos, que sólo por costumbre o por quedar por encima utilizan esos
insultos para referirse a sus compatriotas de procedencia inmigrante.
Otro
punto en el que ahonda Clint es la vida y la muerte. Como bien le dice el
sacerdote al señor Kowalski, “parece saber más de la muerte que de la vida”.
Esa frase resume muy bien la forma de pensar de esos veteranos de guerra que
Eastwood representa, esos anclados en el pasado y en sus experiencias pasadas y
de las que no se pueden (o en ocasiones no quieren) olvidar. La repentina
muerte de la mujer de Walt hace que este se vea más solo que nunca, no solo por
vivir solo, sino por ver como sus propios hijos y nietos solo lo ven como una
casa en venta o un Gran Torino que heredar. Este hecho junto con la pesadez del
sacerdote hacen que Walt recapacite como nunca lo ha hecho sobre su vida y
sobre esas experiencias pasadas que le persiguen. La muerte queda bien
reflejada en la fase final de la película, cuando parece que el viejo Clint va
a volver a sacar su rifle y hará de cowboy sanguinario, y sin embargo muere.
Muere por una causa justa, muere para pagar por sus pecados hechos en la antigüedad
y de los que nunca se ha podido despojar. “No hay un solo día que no lo
recuerde, y no querrás vivir con eso”.
Y
cómo no hay que hablar de ese Gran Torino del 72, esa reliquia que parecer ser
el centro de atención de todo. Desde cobrar la atención de la familia de Walt,
hasta ser el desencadenante de los problemas de Thao y su familia. Además es el
reflejo de la relación que tiene Walt con Thao. Al principio no se pueden ni
ver, y es cuando Thao lo intenta robar. Cuando la relación entre ambos parece
ser más cordial que nunca se ve como Thao limpia el preciado coche con mimo y
tesón, llegando a ser ofrecido por Walt para que Thao lleve a su amiga a una
cita. Y cuando Kowalski muere el coche queda en poder de Thao por decisión de
su testamento, dejando a su sobrina con cara de tonta. Parece que el Gran
Torino refleja el cambio que Kowalski ha sufrido en la etapa final de su vida.
Una metáfora al más puro estilo Eastwood.
Ni
ridículas llamaradas, ni alerones de maricas.
En
el apartado técnico también podemos darnos con un canto en los dientes. Como
suele ser norma general, la actuación de Clint Eastwood es soberbia, en esta
ocasión cabe destacarla dentro de sus últimos trabajos como actor. Esos
insultos que resultan simpáticos incluso para los que los reciben o esos
gruñidos tan expresivos son dignos de mención. Hace que un viejo gruñón que no
intenta caerle bien a nadie diferente a él atraiga a los que lo tratan, por muy
cascarrabias que sea, llega incluso a entrañar esa ternura simpática del típico
abuelo gruñón. También hay que destacar la mala interpretación de Bee Vang como
Thao. Está bien que su personaje sea asiático y un tanto adormilado, pero no se
explica la inexpresividad en algunas partes de la película en las que se le echa
un mínimo de expresión.
La
realización es del estilo clásico al que nos tiene acostumbrado Eastwood, sin
florituras ni complicaciones. Dejando, no obstante, bastante claro cómo debe
realizarse en condiciones una buena película, con una realización y unos planos
muy tratados y exactos en cuanto a contexto se refiere, y dándole todo el
protagonismo que se merece a los diálogos. Cabe destacar esos primeros planos
del protagonista en los que no puede ser más expresivo sin decir ni una
palabra.
En
cuanto al guión, es otro buen trabajo de Nick Schenk. Sin florituras
cronológicas, dejándolo todo bien atado y sin quitarle protagonismo a la
imagen. Una buena historia bien contada, que entra en temas que bien podrían
ser pantanosos pero que no se ahonda lo suficiente en ellos como para causar
debates morales. Por supuesto lo mejor son las ocurrencias de Kowalski en el
modo de tratar a los inmigrantes de una forma burlona y a la vez simpática.
Las
localizaciones son unas protagonistas más de esta película. Casi todo el film
se desarrolla entre la casa de Walt y la de sus vecinos, o más bien en los
jardines de ambos. Pero es aquí donde hay que destacar, de nuevo, la maestría
de Eastwood, ya que sin utilizar numerosas localizaciones hace que las pocas
que aparecen sean completas, camaleónicas y a la vez reflejen la situación de
cada momento. La ordenada casa de Walt se contrapone con la envejecida fachada
de sus vecinos. O el protagonismo y el cambio que tienen ambos jardines durante
el relato.
Por
último y no menos importante me gustaría destacar la música. Creada por el
mismo Eastwood, su hijo Kyle, Jamie Cullum y Michael Stevens. Si la Academia de
los Oscar no quiso darle el reconocimiento que se merecía esta película, si lo
hizo con la canción que narra la historia en todo momento, la cual estuvo
nominada a los Oscar.
El
duelo final.
En
resumidas cuentas, Gran Torino es una
gran película que cierra un ciclo en la abultada carrera de esta leyenda del
cine. Llena de mensajes y lecturas de la actual sociedad norteamericana, con un
sentido del humor tan sutil como característico y que demuestra que una buena película
no necesita efectos especiales, grandes estrellas o un gran presupuesto, solo
una buena historia contada como es debido. Una vez más hay que quitarse el
sombrero ante este cowboy que ha sabido cambiar su caballo por un buen coche.