viernes, 14 de junio de 2013

El resplandor, de Stanley Kubrick.

Ficha técnica.

Título original: The Shining
Año: 1980
Duración: 146 min.
País: Estados Unidos
Director: Standley Kubrick
Guión: Stanley Kubrick y Diane Johnson
Autor original: Stephen King
Música: Rachel Elkind y Wendy Carlos
Fotografía: John Alcott
Reparto: Jack Nocholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd, Scatman Crithers y Barry Nelson.
Productora: Warner Bros Pictures / Hawk Films / Peregrine
Género: Terror





The Gold Room.

El autor de esta obra es el genial y afamado Stanley Kubrick, conocido por grandes películas como La naranja mecánica o 2001, Una odisea en el espacio. La película es una adaptación de la novela creada en 1977 por el escritor Stephen King, la cual creo tal interés por parte de Kubrick que este en un principio quiso que King realizara el guión de la película junto con él, pero debido a sus diferentes caracteres y continuos rifi rafes el escritor acabo denegando la oferta de Kubrick.

El relato se encuentra dentro del  llamado terror psicológico, de ese que le gustaba a Hitchocock, pero si intentamos comparar la novela con la película muchos dirían que son dos obras diferentes. Quizá sea esta la razón por la que a King nunca le convenció del todo, por no decir nada, el resultado final de la película de Kubrick. Es estreno de esta fue un verdadero fracaso en taquilla y llegó incluso a estar nominado a los premios Razzie, aunque años más tarde se le fuera reconociendo su merito audiovisual, llegando a convertirse en una película de culto para muchos. Esos muchos seguidores se han encargado de sacarle punta al film hasta no poder más, desencadenando numerosos debates, sacando simbolismos tan coherentes como incoherentes muchos de ellos y sacando teorías de simples escenas o anécdotas de esta película que a día de hoy es un referentes para muchos cineastas.



En España la película en un principio no fue muy bien recibida y sobre todo no fue protagonista por su realización o su argumento, sino por el estrepitoso doblaje que se hizo en español. La interpretación de Carlos Saura destruye por completo la tensión y el terror que Kubrick intenta trasmitir y sobre todo que no está en consonancia con la enorme interpretación de Jack Nicholson. Lo sorprendente es que estas voces dobladas fueron supervisadas por el mismo Kubrick sin que este viera ningún error en ello.

Otra anécdota sobre la realización de esta legendaria película es la decisión de Kubrick de hacer dos montajes diferentes, por una parte está el de cerca de dos horas y media en Estados Unidos, y por otra esta las casi dos horas en el resto del mundo. Este aspecto se debido según Kubrick a un problema de ritmo, aunque en mi opinión esto le resto más que beneficio a la película ya que en el montaje europeo no aparecen algunas escenas claves del personaje de Danny y que responden a algunas cuestiones que surgen durante todo el film.


Hotel Overlook.

Un escritor (Jack), acompañado por su mujer (Wendy) y su hijo (Danny), acepta el puesto de vigilante de un gran hotel de montaña durante los meses de invierno, en los que queda aislado por la nieve. El director le advierte que, unos años antes, su precursor en el cargo asesinó salvajemente a su mujer y a sus hijas gemelas antes de suicidarse. El pequeño Danny posee poderes extraordinarios y, antes de que el cocinero del hotel abandone el lugar, le advierte sobre los peligros que contiene ese edificio. Jack desarrolla un carácter cada vez más irritable que empeora cuando empieza a ver personajes que, en otros momentos, poblaron el hotel. Su mujer descubre su locura y Jack inicia una desenfrenada persecución para asesinar a su mujer y a su hijo. Éste se ha comunicado extrasensorialmente con el cocinero, que acude a salvarlo pero muere a manos de Jack. Finalmente, Danny logra despistar a su padre en el interior de un laberinto nevado que se alza frente al hotel y Jack muere congelado. Sin embargo, su rostro aparece en la fotografía de la fiesta del 4 de julio celebrada en aquel hotel en 1921.

Según muchos, este es el primer film épico de terror, y para que acabara con este resultado final hicieron falta varios años para desarrollar la idea que Kubrick tenía en mente, además el director para este proyecto hizo gala de su fama de perfeccionista y estricto de manera algo excéntrica. No obstante esta obra supuso una revolución para los verdaderos amantes del cine de terror, ya que crearon las directrices para el llamado cine de terror psicológico, un cine atrayente para el espectador y que lo envuelve en un laberinto obsesivo del que es difícil salir.


Pero tras el envoltorio de esta película hay muchos mensajes y muchas lecturas que Kubrick trasmitió a la perfección; ese simbolismo semi oculto, esas reflexiones sobre la sociedad e incluso esas críticas al mismo ser humano y su naturaleza.

Quizá muchas de esas lecturas hechas por el público no fueran todas intencionadas por parte del director, pero puede que eso sea lo que atrae tanto de esta película, la idea de que se puede exprimir más de lo que el mismo autor pretende. La representación de esta idea es el documental Habitación 237, en el que se analizan simbolismos como la localización del hotel, sobre un cementerio indio, o el significado de el laberinto, personificado continuamente con la misma trama de la película.


“No por mucho madrugar, amanece más temprano”.

Uno de los aspectos más llamativos de esta película son las interpretaciones de los actores protagonistas. Si nos detenemos en el papel de Jack Nicholson se puede decir que para el actor este ha sido uno de sus personajes más recordados en su historia. Su papel en esta película no estuvo muy claro hasta el final, puesto que Stanley Kubrick lo quería a toda costa para que realizara el papel principal tras quedar “enamorado” de él en su actuación de Alguien voló sobre el nido del cuco. Sin embargo, Stephen King no estaba de acuerdo ya que pensaba que ese último papel iba a desembocar en que el público ya lo percibiese como un personaje malvado desde el principio. Finalmente Nicholson se hizo con el papel y no lo puedo hacer mejor, dando una clase magistral de cómo pasar de la cordura a la locura sin caer en la sobreactuación.



Los otros personajes fundamentales del relato lo conforman Shelley Duvall, que realiza un espectacular trabajo interpretando a una mujer insegura y frágil que no sabe reaccionar ante el cambio que sufre su marido. Su papel es la representación del espectador en la película, es la que trasmite el terror de aquel que ve la película. Y por otra parte destaca uno de los descubrimientos de la película, Danny Lloyd, que encarna el papel de un niño misterioso e inteligente, el cual sabe desembolverse en situaciones adversas mucho mejor que su madre por ejemplo. La interpretación de Lloyd en esos planos cortos muestra la locura y el terror que Kubrick quería hacer ver con esta película.


“ !Jack está en casa! ”

En cuanto a la realización de Kubrick poco malo hay que decir y muchas cosas buenas e interesantes. Desde los primeros planos aéreos ya se comienza a notar la espectacularidad visual que va a ir envolviendo poco a poco al espectador. Sin duda hablar de los aspectos técnicos de El resplandor es hablar de esos planos secuencias de Danny montado en su triciclo y recorriendo los pasillos del hotel, esa persecución que provoca un sentimiento de suspense y tensión cada vez que gira una esquina y no sabemos lo que nos vamos a encontrar.

Estos elegantes movimientos de cámara, realizados por la Steadicam de Garret Brown, se fusionan a la perfección con esos planos cortos y zoom con los que nos bombardea Kubrick pero que no pueden ser más oportunos y necesarios. Son estos planos cortos, sobre todo los de Jack Nicholson, los que nos acercan a la transformación del personaje, de su paso normal a la locura. Otra de las características y donde también supo explotar la utilización de la Steadicam fueron las escenas de persecución en el laberinto y en las escaleras y pasillos del hotel.



Es de comentar también la separación que hace el director en el montaje a través de rótulos que marcan los capítulos en los que se desarrolla la trama. Algo que ya hizo en 2001, Odisea en el espacio.

Por otra parte es indispensable hablar de la música de esta película, en este caso no sólo se convierte en algo complementario sino que es algo fundamental para crear el ambiente siniestro y misterioso. Con constantes subidas y bajadas del volumen que Kubrick utiliza para representar los puntos donde más terror se respira y donde el espectador da algún que otro salto del sofá.

Tcefrep redrum.

En definitiva El resplandor es más que una simple película, es una experiencia llena de genialidades y llena de terror a su vez. Esta es una película para verla una vez detrás de otra, y en la que cada vez descubrirás nuevos matices. Es el terror psicológico en su máxima expresión, llevado a cabo por un genial Jack Nicholson y una banda sonora digna de mención.


 Como bien decía Edgar Allan Poe, el miedo es una de las emociones más antiguas de la humanidad, y el miedo a lo desconocido es uno de los sentimientos más atrayentes para el ser humano. El resplandor es la evidencia perfecta de ello. 

martes, 28 de mayo de 2013

Gran Torino, de Clint Eastwood.


Ficha técnica.
Título original: Gran Torino
Año: 2008
País: USA
Duración: 116 min.
Director: Clint Eastwood
Reparto: Clint Eastwood, Cory Hardrict, Geraldine Hughes, Brian Haley
Guión: Nick Schenk
Música: Kyle Eastwood, Michel Stevens
Producción: Client Eastwood, Bill Gerber, Robert Lorenz
Montaje: Gary Roach, Joel Cox
Productora: Warner Bros/ Malpaso Productions/ Village Roadshow Pictures/ Double Nickel Entertainment


Vieja madera del este.

Este nuevo trabajo de Clint Eastwood vuelve a sorprendernos como director, aunque también realice el papel protagonista tal y como hizo en Million dollar baby y otras producciones de su ya conocida Malpaso Productions. El enorme resultado de esta película tiene mucho que ver con la experiencia que ya tiene Eastwood como director y, por supuesto, como actor. En esta ocasión nos deleita con una crítica social de su Norteamérica natal y los valores que hay en ella hoy día, de la multiculturalidad existente y los problemas que esta acarrea en la población.

Se puede decir que Eastwood es hoy una leyenda viva, desde que debutara en la industria en los años 50 hasta hoy mucho celuloide ha rodado. Desde su gloria alcanzada con el misterioso cowboy de La trilogía del dólar de Sergio Leone, pasando por Harry el sucio, hasta cambiar las pistolas por los pañuelos de lágrimas en Los puentes de Madison.

Esa es la parte de la historia de Clint delante de la cámara, sin embargo tras ella también ha cosechado numerosos éxitos como pueden ser Sin perdón, Mystic River o Invictus. Además de sus trabajos anteriores a este Gran Torino, el dúo histórico sobre la guerra de Iwo Jima visto desde ambos bandos, Cartas desde Iwo Jima Cartas desde Iwo Jima y Banderas de nuestros padres. Por todas ellas ha conseguido numerosos premios Oscar y Globos de Oro, se puede decir que tiene donde quitar el polvo de sus estanterías.


Entre rollitos de primavera y morenos.

Walt Kowalski es un viejo veterano de la guerra de Corea, que ha trabajado toda su vida en la fábrica de Ford y que ha perdido recientemente a la única persona que lo comprendía, su mujer. Anclado en una época pasada y gruñón como el que más, le cuesta adaptarse a las novedades de la sociedad en la que sin querer se ve inmerso. Su “mala leche” presta especial atención sobre los inmigrantes asiáticos que se instalan en su barrio, aunque poco a poco va viendo que tiene mucho más en común con estos que con su propia familia, a la que no puede ni ver. Los problemas comienzan cuando una banda callejera de asiáticos amenaza el bienestar de su familia vecina.

Este film tiene una maraña de mensajes que solo Eastwood podría juntar en una sola cinta. Desde el racismo, hasta la muerte y la soledad, pasando por los distintos valores generacionales. El que parece ser el principal tema es el racismo, sin embargo el afamado director no entra de lleno en el tema. Es decir, se centra más en el choque multicultural de la sociedad norteamericana que en el racismo en sí. Está claro el odio que tiene el personaje principal hacia los asiáticos y los de color, pero todo se queda en insultos graciosos sin más, en estereotipos que parece usar más para su diversión que para tildar a los demás. Esto se ve claro cuando conoce mejor a la familia de etnia hmong que vive junto a su casa, ya que cuando gozan de su plena confianza y les coge aprecio, este sigue utilizando esos insultos estereotipados y simpáticos para él (y para el espectador). 
Quizás esa sea la forma de ser de muchos norteamericanos, que sólo por costumbre o por quedar por encima utilizan esos insultos para referirse a sus compatriotas de procedencia inmigrante.

Otro punto en el que ahonda Clint es la vida y la muerte. Como bien le dice el sacerdote al señor Kowalski, “parece saber más de la muerte que de la vida”. Esa frase resume muy bien la forma de pensar de esos veteranos de guerra que Eastwood representa, esos anclados en el pasado y en sus experiencias pasadas y de las que no se pueden (o en ocasiones no quieren) olvidar. La repentina muerte de la mujer de Walt hace que este se vea más solo que nunca, no solo por vivir solo, sino por ver como sus propios hijos y nietos solo lo ven como una casa en venta o un Gran Torino que heredar. Este hecho junto con la pesadez del sacerdote hacen que Walt recapacite como nunca lo ha hecho sobre su vida y sobre esas experiencias pasadas que le persiguen. La muerte queda bien reflejada en la fase final de la película, cuando parece que el viejo Clint va a volver a sacar su rifle y hará de cowboy sanguinario, y sin embargo muere. Muere por una causa justa, muere para pagar por sus pecados hechos en la antigüedad y de los que nunca se ha podido despojar. “No hay un solo día que no lo recuerde, y no querrás vivir con eso”.


Y cómo no hay que hablar de ese Gran Torino del 72, esa reliquia que parecer ser el centro de atención de todo. Desde cobrar la atención de la familia de Walt, hasta ser el desencadenante de los problemas de Thao y su familia. Además es el reflejo de la relación que tiene Walt con Thao. Al principio no se pueden ni ver, y es cuando Thao lo intenta robar. Cuando la relación entre ambos parece ser más cordial que nunca se ve como Thao limpia el preciado coche con mimo y tesón, llegando a ser ofrecido por Walt para que Thao lleve a su amiga a una cita. Y cuando Kowalski muere el coche queda en poder de Thao por decisión de su testamento, dejando a su sobrina con cara de tonta. Parece que el Gran Torino refleja el cambio que Kowalski ha sufrido en la etapa final de su vida. Una metáfora al más puro estilo Eastwood.


Ni ridículas llamaradas, ni alerones de maricas.

En el apartado técnico también podemos darnos con un canto en los dientes. Como suele ser norma general, la actuación de Clint Eastwood es soberbia, en esta ocasión cabe destacarla dentro de sus últimos trabajos como actor. Esos insultos que resultan simpáticos incluso para los que los reciben o esos gruñidos tan expresivos son dignos de mención. Hace que un viejo gruñón que no intenta caerle bien a nadie diferente a él atraiga a los que lo tratan, por muy cascarrabias que sea, llega incluso a entrañar esa ternura simpática del típico abuelo gruñón. También hay que destacar la mala interpretación de Bee Vang como Thao. Está bien que su personaje sea asiático y un tanto adormilado, pero no se explica la inexpresividad en algunas partes de la película en las que se le echa un mínimo de expresión.

La realización es del estilo clásico al que nos tiene acostumbrado Eastwood, sin florituras ni complicaciones. Dejando, no obstante, bastante claro cómo debe realizarse en condiciones una buena película, con una realización y unos planos muy tratados y exactos en cuanto a contexto se refiere, y dándole todo el protagonismo que se merece a los diálogos. Cabe destacar esos primeros planos del protagonista en los que no puede ser más expresivo sin decir ni una palabra.

En cuanto al guión, es otro buen trabajo de Nick Schenk. Sin florituras cronológicas, dejándolo todo bien atado y sin quitarle protagonismo a la imagen. Una buena historia bien contada, que entra en temas que bien podrían ser pantanosos pero que no se ahonda lo suficiente en ellos como para causar debates morales. Por supuesto lo mejor son las ocurrencias de Kowalski en el modo de tratar a los inmigrantes de una forma burlona y a la vez simpática.

Las localizaciones son unas protagonistas más de esta película. Casi todo el film se desarrolla entre la casa de Walt y la de sus vecinos, o más bien en los jardines de ambos. Pero es aquí donde hay que destacar, de nuevo, la maestría de Eastwood, ya que sin utilizar numerosas localizaciones hace que las pocas que aparecen sean completas, camaleónicas y a la vez reflejen la situación de cada momento. La ordenada casa de Walt se contrapone con la envejecida fachada de sus vecinos. O el protagonismo y el cambio que tienen ambos jardines durante el relato.

Por último y no menos importante me gustaría destacar la música. Creada por el mismo Eastwood, su hijo Kyle, Jamie Cullum y Michael Stevens. Si la Academia de los Oscar no quiso darle el reconocimiento que se merecía esta película, si lo hizo con la canción que narra la historia en todo momento, la cual estuvo nominada a los Oscar.



El duelo final.


En resumidas cuentas, Gran Torino es una gran película que cierra un ciclo en la abultada carrera de esta leyenda del cine. Llena de mensajes y lecturas de la actual sociedad norteamericana, con un sentido del humor tan sutil como característico y que demuestra que una buena película no necesita efectos especiales, grandes estrellas o un gran presupuesto, solo una buena historia contada como es debido. Una vez más hay que quitarse el sombrero ante este cowboy que ha sabido cambiar su caballo por un buen coche.

lunes, 27 de mayo de 2013

La clase, Laurent Cantet.

Ficha técnica.


Título: La Clase
Título original: Entre les murs
Dirección: Laurent Cantet
País: Francia
Año: 2008
Duración: 128 min
Reparto: François Bégaudeau, Nassim Amrabt, Laura Baquela, Cherif Bournaïdja Rachedi, Juliette Demaille, Dalla Doucoure, Arthur Fogel, Damien Gomes
Fotografía: Pierre Milon
Casting: Christine Campion, Vicky Brougiannaki
Guión: François Bégaudeau, Laurent Cantet, Robin Campillo
Libro original: François Bégaudeau
Producción: Carole Scotta, Caroline Benjo
Productora: Haut et Court







De la clase a la calle, y viceversa.
Laurent Cantet es de ese tipo de directores que enseñan con sus películas, que muestran la realidad social en la que vivimos, y con La clase vuelve a hacer una reflexión sobre diversos problemas sociales que nos rodean en el día a día. Es su cuarto trabajo, y el cuarto que trata sobre la sociedad en estado puro. En esta se centra más en el apartado de la educación, aunque también ha tratado problemas laborales y económicos como en El empleo del tiempo, la cual fue premiada por el Festival de Venecia. El mayor reconocimiento que ha obtenido con este film es la reconocida Palma de Oro de Cannes en 2008, además de estar nominada a los Oscar como Mejor película de habla no inglesa.
La película está basada en la obra homónima de François Bégaudeau, escritor, profesor, guionista, crítico, y ahora también actor, el cuál escribió su obra en 2006 y consiguió un enorme éxito en su país. Tal fue su éxito que llegó a lograr el Premio Telérama de France Culture. Además de ser el autor de la obra y guionista de esta película, también se atrevió a ser el actor protagonista, y para no ser un profesional del cine se le pueden poner pocas pegas en su interpretación. Puede que al interpretarse a sí mismo no le costara excesivo trabajo, pero eso a su vez llena a la película de un mayor realismo.
La idea de llevar la novela de Bégaudeau a la gran pantalla surge tras un taller impartido por Cantet en la periferia de París y en el cual conoce al escritor. Tras este, ambos vieron la necesidad de rodar la película y expandir el espíritu de la novela. La nueva sociedad diversa y multicultural que aflora en Francia, unida a los valores injustos  transmitidos por la educación hicieron el resto.


El hecho de que Cantet se decidiera por utilizar a actores no profesionales, además del protagonista, además de que se rodó en el mismo instituto en el que se inspira la novela, todo esto hace que el realismo de la obra sea mayor y que la fidelidad de la película con la novela no tenga parangón.
 Realmente el éxito de este relato está en la complicidad y en la empatía que hay con el público. La manera neutral que tiene de contar las anécdotas tanto de estudiantes como de profesor sin entrar en ningún momento en la polémica o el morbo. Los acontecimientos ocurridos en 2005 en Francia parecen lejanos y olvidados ya, sin embargo, esta película deja ver que no es así, que la actual crisis acentúa mucho más las desigualdades.

Entre los muros.
Nuevo curso en un instituto de la periferia de París. El profesor François Marin pretende acercar a sus alumnos cultivándolos y tratándolos más como personas que como estudiantes. Al tratarse de una clase llena de chicos y chicas de diferentes culturas, clases, distritos se tarda poco en provocar los primeros conflictos, siempre con los estereotipos culturales como foco principal. El ideal democrático  y respetuoso del profesor Marin se aleja un poco del sistema educativo, puesto que este intenta enseñar a través de debates morales entre sus alumnos y entre el mismo y sus alumnos, llegando a ponerse en ocasiones a su nivel.
La tensión que provocan esos debates, el poco respeto entre sus alumnos o la despreocupación educacional de sus propios compañeros de profesión hacen que el día a día del instituto no sea fácil de llevar.

El film llega a su clímax cuando Marin llama “golfas” a dos alumnas suyas y su alumno más problemático, Souleymane, es tachado de limitado. Esto provoca el enfado de Souleymane y un forcejeo con Marin que acaba con la agresión involuntaria a otra alumna. Al final Souleymane acaba siendo expulsado y el curso acaba con la felicidad reflejada en las caras de los alumnos que han aprendido algo.
Uno de los problemas que se trata en La clase es que ni los profesores se esfuerzan en que los alumnos aprendan, ni los alumnos se esfuerzan ni tienen interés por aprender cosas nuevas. Por una parte los profesores se inquietan más por los precios del café o por el embarazo de una compañera que por la educación que tienen sus propios alumnos o los problemas que estos tienen en su vida personal. Además los profesores no saben realmente cómo castigar ni cómo valorar a sus alumnos, es una impotencia que declina en una enseñanza llana, rutinaria e inútil. Cantet muestra este problema desde un punto neutral, no se llega a juzgar al profesorado por ello, simplemente muestra uno de los tantos problemas del sistema educativo para que el público se de cuenta por sí mismo.


Por otra parte la actitud de los alumnos frente a los profesores muestra una absoluta insolencia y desobediencia,los alumnos ya no tienen intención de aprender nada nuevo porque a su entender lo saben todo, y si un profesor se empeña en que aprendan, estos se lo toman como un castigo o una venganza. Se puede decir que estos no son los típicos alumnos obedientes que se podían ver en El club de los poetas muertos.
Algo que llama la atención es que los alumnos son todos de etnias y culturas diferentes, mientras que el profesorado es por completo de color blanco y aparentan ser de clases medias/altas. No creo que este aspecto sea involuntario, sino que Cantet intenta hacer ver así que realmente existe una desigualdad en la sociedad actual francesa y en su contexto laboral. Es aquí donde se pone en entre dicho la famosa Liberté, égalité et fraternité, actualmente esos valores parece ser que no conviven en la Francia del siglo XXI.
En la película el profesor intenta dar con la clave para que sus alumnos aprendan y estén interesados en aprender, sin embargo el método que utiliza acaba fracasando. Este hecho se sale de lo habitual en el cine, y es aquí donde se nota el realismo de la novela de Bégaudeau ya que por mucho que uno lo intente, o por mucho “peliculeo” que se le intentara dar en otra versión, la realidad es la que es, y el actual sistema educativo ni estimula ni convence a los alumnos. Puede que en esto tenga que ver el hecho de que el actor protagonista sea la misma persona que ha inspirado la historia y que ha vivido dichas experiencias y por lo que no acaben los problemas en mágicas soluciones fuera de lo común y lo real.
Bégaudeau para no ser actor profesional se desenvuelve muy bien, mejor de lo común, y puede que el hecho de que ha tenido que interpretar sus propias experiencias sea la explicación al realismo que transmite. Esto mismo ocurre con los alumnos, los cuales desempeñan los papeles de ellos mismos en la vida real, aunque estos tuvieron que realizar un taller de arte dramático para aprenderse mejor los guiones y desenvolverse mejor delante de las cámaras.

Ficción documental en estado puro.
Lo que en un principio resulta extraño y confuso se convierte en algo cercano y que engancha con el paso de los minutos. Es el realismo que rodea todo el film de principio a fin. La grabación con cámara al hombro le da cierto toque documental, lo que hace meternos en la trama con facilidad y al mientras más pasan los minutos más difícil es quitar los ojos de la pantalla. La empatía con el profesor viene dada de la mano con esos planos cortos de los alumnos cuchicheando entre ellos, las manos levantadas en segundo término, etc. El realismo se respira constantemente, ya no solo por el hecho que he comentado anteriormente de la no profesionalidad de los actores, sino por la naturalidad de la realización. Pero esta naturalidad no sale sola, y es fruto de un buen trabajo de montaje, ayudado de la utilización en muchas ocasiones del zoom para captar las reacciones de los alumnos de modo más personal, además hay constantes cambios de planos para evitar que se pisen unos a otros y que no se interrumpa la naturalidad que se quiere transmitir.
La música es protagonista de esta película por su ausencia. Es sustituida por los diálogos que crean los debates en clase. Debates que son la esencia de lo que el director quiere transmitir, son la esencia de los problemas de la actual sociedad y que van más allá de los problemas educativos. Son diálogos en los que se muestra el cambio de actitud de los profesores cuando los alumnos no responden como ellos quieren, las diferencias entre los alumnos por sus raíces y culturas, e incluso por sus equipos de fútbol, se puede ver la diferencia entre el integrado y brillante estudiante chino Wey, y el pasota e impertinente alumno africano, Souleymane. Son estás las causas de que no se eche de menos la música, ya que todo debate engancha de alguna manera al espectador, ya no por su naturaleza sino por su sinceridad a la hora de plasmar en una clase a una sociedad entera, a una sociedad anclada en un sistema que en su día funciono y que se sigue usando hoy sin tener utilidad alguna. Una sociedad que no sabe muy bien si debe someterse a ese sistema y seguir por el camino que le dictan, Wey, o bien plantarse y responder al sistema, creando su propio camino y sus propias normas, Souleymane.



Otro elemento a tener en cuenta el protagonismo que cobra la clase en sí. Prácticamente toda la cinta se representa dentro el aula, o bien en otros escenarios del instituto. Toda la información que conocemos de fuera de la clase viene a través de historia que cuentan los propios alumnos o de las visitas de sus padres. Parece que el director nos quiere transmitir la idea de encierro, de los alumnos como prisioneros del sistema educativo. Resultan cuanto menos curiosas las escenas en las que se muestran a los alumnos en el recreo, están casi siempre grabadas desde arriba, desde las ventanas las clases, dando la sensación de ser un patio de una cárcel y que el instituto en sí sea una cárcel. Nos encierra “entre los muros” de una cárcel con forma de instituto, unos muros que encierra dentro a las clases sociales más pobres, donde los que mandan son los “francesitos” o “gabachos”, unos muros donde los prejuicios están a la orden del día y que sólo pueden tirarse mediante la rebelión como bien hace Souleymane.

Master class de 128 minutos.
A fin de cuentas La clase es una gran película y una gran adaptación de la que se pueden aprender muchas cosas. Muchas son las preguntas que el director deja que se haga su público. ¿Es el actual sistema educativo el culpable del fracaso escolar? ¿Debe existir una mayor interacción entre familias y profesores? ¿Presume la sociedad actual de ser algo que no es? No es sólo una película que cuenta una historia, sino una historia con un trasfondo cultural y social muy profundo y enrevesado, que quizás con una simple película o un simple libro haga que muchas personas se muevan y cambien las actuales desigualdades de la sociedad francesa.
La magia de este film está en la fidelidad con la obra en la que se inspira, y esto es fruto de un trabajo conjunto entre Cantet y Bégaudeau. Además de tener pocas quejas en cuanto al aspecto artístico, tampoco deja mucho margen de quejas en cuanto a aspectos técnicos. Una cuidada realización y un correcto montaje han hecho que sea una película real y que engancha tanto como transmite. La clase se convierte pues en una autentica clase maestra de cómo la educación nunca debe darse por acabada en la vida de una persona.




martes, 21 de mayo de 2013

FIN, de Gabriela Martí


Con este cortometraje Gabriela Martí no solo demuestra que los recursos técnicos en el cine sirven para algo más que para aspectos estéticos, sino que además entra de manera muy sutil en un tema tan controvertido como es la eutanasia.

El relato nos muestra el día a día de una anciana que “vive” encerrada en un geriátrico y el sufrimiento que padecen ciertas personas a ciertas edades. Estas imágenes dan mucho que pensar sobre algunos aspectos de la vida, hacen plantearnos si vivir de esa manera es digno y justo, o si la eutanasia es más una necesidad para el muerto en vida o para el responsable de este. Todo esto lo muestra perfectamente la directora gracias al montaje. “Fin” es un ejemplo de cómo el montaje puede ser la esencia de una película y no solo una sucesión de cortes y transiciones. Además, el hecho de que el cortometraje aparezca en sentido invertido hace que te enganche y quieras ver como acaba, o más bien como empieza.

Otro recurso bien utilizado por la autora es el blanco y negro en ciertas partes del relato. El intercambio entre blanco y negro y el color te da la sensación del estado anímico de la anciana con respecto al lugar donde se encuentra y la situación. Sólo es en la calle, al aire libre donde parece ser que se encuentra más cómoda, o más bien liberada, mientras que en los demás sitios todo tiene un aire más siniestro y oscuro.

Además del montaje o el color, también hay que tener en cuenta la música. Esta sigue dándole intriga y cierto aire tétrico o funesto a la cinta junto con el montaje, el descompás que tiene junto con las imágenes da sensación de inquietud por saber qué ha pasado o qué va a pasar.

Comentados ya los recursos técnicos que destacan de este cortometraje, hay que hablar del trasfondo que tiene este y de la manera con la que la directora nos lo transmite. En las primeras imágenes de la muerte de la anciana se desconoce la causa, dejando que el espectador vaya haciendo sus cábalas. Esto hace que se vaya contemplando la eutanasia como una posibilidad, lo cual se confirma minutos más tarde de la cinta. La manera perspicaz con la que se trata el tema, la crudeza de las últimas imágenes en las que aparece la no vida de la anciana, hacen que nos planteemos la idea de la eutanasia como algo que está dentro de nuestra ética o algo que está fuera de lo que nuestra moral debe concebir; o si es digno vivir así y dejar que alguien cercano viva de esa forma.

Desde luego este relato da que pensar, pero lo realmente interesante es la forma con la que Gabriela Martí entra en un tema pantanoso y lo hace más utilizando la mera imagen antes que entrar en profundidad en el contenido.

Pablo Cotán